Todos conectamos con una emoción concreta cuando vivimos la violencia en cualquier nivel, tanto si soy yo la violenta como si soy la violentada. Y deberíamos preguntarnos:
¿Qué mensaje trae esta situación?, trae el mensaje de que esto está dentro de nuestro subconsciente y lo estamos proyectando en el exterior, trae el mensaje de que parece ser que aún necesitamos esa experiencia y trae el mensaje de que esto no va con nosotros.
Me acojo a la lección 253 del libro:
Es imposible que me pase algo sin yo mismo haberlo pedido. Aún en este mundo, soy yo el que rige mi destino. Lo que sucede es lo que deseo. Lo que no ocurre es lo que no deseo que suceda. Tengo que aceptar esto. Pues de esta manera se me conduce más allá de este mundo a mis creaciones -las criaturas de mi voluntad-, las cuales moran en el Cielo junto con mi santo Ser y con Aquel que me creó.
Nos está diciendo que, la situación que estamos viviendo, la hemos pedido nosotros.
Soy responsable de lo que veo. Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar.
Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí.T.21.II.2.3-5
Si sufres es porque decidiste que tu meta era el pecado. Si eres feliz, es porque pusiste tu poder de decisión en manos de Aquel que no puede sino decidir a favor de Dios por ti.T.21.II.3.5-6
Es lo que hacemos con la psicoterapia , estamos tomando la decisión de que se disuelva de nuestra mente lo que decidimos equivocadamente para ahora decidir a través del Espíritu que la situación que deseamos experimentar a partir de ahora es paz.
Mas para que esto tenga lugar, debes primero reconocer el poder de tu deseo. Tienes que aceptar su fuerza, no su debilidad.T21.II.4.8-9
Cuando nosotros decretamos: soy culpable, decretamos que somos merecedores de que nos castiguen. Con la misma fuerza con la que decretamos, después lo estamos experimentando, y también sabemos que con la misma fuerza podemos revertir la decisión.
En la psicoterapia terminamos diciendo que ya no tenemos la necesidad de vivir esa experiencia, la experiencia de la violencia, violencia auditiva, violencia verbal, violencia activa, pasiva, me da igual, decidimos que ya no tenemos necesidad de esa experiencia, por qué? porque ya la hemos vivido un montón.
Al terminar la psicoterapia, tendrás que tomar decisiones desde el Espíritu para que no estés en la reacción y ataque.
El mundo que ves no es sino el testigo fútil de que tenías razón. Es un testigo demente. Tú le enseñaste cuál tenía que ser su testimonio, y cuando te lo repitió, o sea cuando lo estás experimentando, lo escuchaste y te convenciste a ti mismo de que lo que se decía haber visto era verdad.
Has sido tú quien se ha causado todo esto a sí mismo.T21.II.5.1-4
La experiencia de violencia, que tú puedas tener en tu presente, por más trabajada que esté, sigue siendo testigo de lo que tú en algún momento decretaste que deseabas experimentar.
Entonces ¿estamos preparados antes de entrar en la psicoterapia para aceptar el 100% de la responsabilidad de lo que nosotros decidimos experimentar?, está claro que tomanos esa decisión en un momento de sueño profundo, en un momento en el que estábamos completamente confundidos, probablemente inspirados por un entorno familiar.
Si en la familia hay violencia, pues yo voy a vivir violencia; si en la familia hay armonía yo voy a vivir armonía, porque son mis primeras impresiones, mis primeros programas, son mis primeras verdades. Aún no tengo capacidad para tener mi propia verdad.
Todo lo que estamos trabajando ahora en este presente, es nuestro patrimonio de mañana, literalmente, porque estamos percibiendo desde una vista más compasiva, ya estamos saliendo de la percepción para simplemente sentir y reconocer la voluntad de Dios. Estamos pidiendo a Jesús que nos ayude a ver con sus ojos.
Mañana vamos a poder cosechar todo lo que estamos sembrando ahora, pero lo que aún estamos viviendo hoy, entendamos que en algún momento nosotros pedimos con pancartas, que esa experiencia era posible.
Si algo falla después de trabajar en la violencia a nivel de causa, tengamos en cuenta que quizás hace falta pasar a la acción para ponernos en coherencia y dejar de comprar lo sueños de otros.
Un Curso de Milagros nos dice que, si intentamos comprender al otro, ya lo estamos separando de nosotros: el otro es aquel, y el otro está actuando así, así y así, y yo voy a intentar comprenderlo.
Cuando ya tenemos un nivel de conciencia y aún estamos viviendo en nuestra propia carne algún tipo de violencia, qué no estamos entendiendo? ¿Qué hacemos aún en la misma escena del crimen y con el sospechoso?
Ya has dicho por activa y por pasiva que no necesitas la experiencia de la violencia o la experiencia de la intimidación, del miedo o de estar pendiente de si tengo que reaccionar o no. Lo entiendes todo, pero sígues en la escena del crimen.
Esperando que el otro cambie, porque ya somos tan espirituales que estamos en el punto, no de aguantar lo que aguantaron nuestros padres, o nuestros ancestros, sino es que encima aguantamos desde una zona de falsa paz que nos posiciona en el sacrificio y la falsa esperanza de que el otro, cambiará. Y sacrificamos nuestra paz inmediata por más que nos convenzamos de que no es así. Y por qué no es así?
Porque el otro te sigue mostrando violencia.
Es súper importante que entendamos cuando nosotros somos los violentados, cuando somos las víctimas en el grado que sea, que siempre hay victimismo y sacrificio, y esto es ego a tope. Y nosotros, lo podemos confundir con la espiritualidad: ah es que el otro va a cambiar, ya está cambiando, esto está dentro de mí y es mío…
Sí, está dentro de ti y no únicamente en esta escena, en el inconsciente colectivo, porque la violencia sigue estando en el inconsciente colectivo y lo tenemos en nuestro sistema familiar. Pero ¿qué haces tú en la escena del crimen subvencionando y comprando el sueño del otro?
¿Qué pasa cuando somos nosotros los violentos? reaccionamos muy deprisa, estamos a la defensiva y estamos pendientes que en cualquier momento algo estalle. Somos un campo minado: en cualquier momento podemos explotar.
Qué bien que reconocemos que en ese punto, estamos una vez más, de copas con el ego.
Observemos también la violencia mental que se respira dentro de nuestra cabeza, la auto violencia. Ya sabemos que no debemos juzgarnos ni exigirnos, que debemos ser compasivos y aceptarnos tal como somos ahora. Pero recordemos que nosostros no somos una personalidad, sino que estamos usando una, que vamos suavizando en la medida que podemos. El Ser, es perfecto, y nada tiene que ver con la personalidad.
Y miremos los pensamientos que tenemos en gruerra hacia el exterior, políticos, países en guerra, vecinos, amigos, familia,… son pensamientos debilitantes que parten de una idea de que estamos separados.
Si estamos separados, me siento indefensa y ante este estado de indefensión, necesito atacar o hay miedo de ser atacada y necesitaré defenderme. Y me defenderé creando un peliculón mental, o con mis reacciones verbales.
Retomo el tema de la auto violencia: al permitir violencia, ni que sea auditiva, a mi alrededor, hay que decir: no gracias. Ya entendemos que no es nada personal, que nosotros le estamos activando un programa, pero el tema es, tú quieres seguir siendo el motivo de apretar el botón del otro? Porque yo no.
Estamos en todo el derecho de decir, porque tenemos libre albedrío, de no ser el motivo de activar más los programas del otro. Básicamente porque no hay una intención constante y responsable de cambio. No hay un compromiso de evolución juntos y por eso, no voy a dar realidad a tu sueño de que es posible la violencia.
Conectemos con la relación especial que tenemos con la violencia, con el victimismo y sus bandos: victimarios y víctimas, y su sacrificio implícito.
Si aceptamos la violencia como posibilidad, ¿cómo vamos a reconocer a Cristo en el otro? estamos en una zona de defensa, estamos en una zona de ataque, ¿como lo vamos a reconocer?
El sacrificio, por la vía de la violencia, va a evitar que conectemos con lo único que es real y con lo único que existe que es el Amor.
Cada vez que tú dices sí a la violencia, estás diciendo no al amor. No hay términos medios. Cada vez que tú dices: soy violenta, estás diciendo que no eres el Cristo. Cada vez que tú dices tengo rabia, tengo ira, estás diciendo que no eres el Cristo. Deja de identificarte con tu personalidad por favor. Que tengamos una personalidad violenta es puntual, lo estamos disolviendo, lo estamos arreglando, pero no insultes al Cristo.
No te confundas con el Cristo por favor, pues es Paz por encima de todo.
Entremos en la psicoterapia para deshacer lo que no procede de Dios.
Deseo estudiar en la escuela. Dan talleres on line..soy de Venezuela