Más tarde o más temprano todos los seres humanos vivimos la experiencia de perder a un ser querido, forma parte de nuestra experiencia, y debería ser evolutiva, a la que irnos preparando y no dejando para el último momento. Así las partes implicadas, lo podrían vivir con serenidad y paz.
Hay personas que tienen contacto con la muerte cuando son muy pequeñas, otros en la adolescencia, otros de adultos y otros ya en la vejez. Pero es una experiencia que no podemos evitar.
Si hay una cultura espiritual, el proceso de acompañamiento a un ser querido que se va y el duelo respectivo, es mucho más llevadero.
Si nos llega la situación de imprevisto y no tenemos esta mínima preparación, las consecuencias las podemos vivir durante muchos años.
Lo primero que vamos a compartir es: la muerte no existe.
Somos un ser de luz, somos un espíritu, somos un alma encarnada, con una experiencia humana. Significa que, cuando el espíritu ya ha aprendido lo que tenía que aprender y ha hecho lo que tenía que hacer, se despega del cuerpo.
El cuerpo no tiene ningún significado porque cada vez que tenemos una experiencia humana, usamos un cuerpo diferente, tenemos una personalidad diferente, vivimos en un país o en un continente diferente, y a lo mejor incluso somos de otro sexo.
No hagamos especial el cuerpo físico relacionándolo con la muerte.
Si el espíritu que se ha ido pertenece a un cuerpo pequeño, es un niño, o una persona muy joven, pues probablemente se va a vivir de una manera mucho más dramática, porque mi parte egoica me va a decir que es injusto: es injusto que haya personas tan jóvenes que se vayan, cuando hay personas que están súper ancianas y longevas que aún están aquí sin irse.
El cuerpo, en el momento de la muerte física, no es importante, porque lo que hay dentro, el espíritu, el alma encarnada, es atemporal, es eterna. Significa que todos los seres de luz tenemos la misma no edad: somos seres eternos usando estos trajes de buzo para vivir una experiencia humana.
Si entendemos esto, tenemos que respetar que el espíritu que está dentro del cuerpo haya decidido, no ahora, antes de nacer, haya decidido que su vida sea más corta o más larga.
Antes de nacer escogemos una vida lineal, (fuera del cuerpo no existe el tiempo lineal, sino que siempre es presente) y escogemos y calculamos que en la tercera dimensión, en la tierra, la experiencia que vamos a vivir pues nos puede tardar, vamos a suponer 20 años, para que el espíritu aprenda lo que tenga que aprender. El espíritu, no la mente, no la personalidad.
El espíritu o el Ser, es el que ha decidido una vida más larga o más corta, y no únicamente esto sino que antes de nacer, se consensúa con las personas del entorno familiar, si conviene que se venga por quizás solo 20 años, o 30 años. ¿Y por qué se consensúa?, por qué? porque es muy probable, que los que hagan de padres o hermanos o amigos digan: esta experiencia a nosotros también nos va a enriquecer, porque nos ayudará a despertar.
Cuando alguien se va, no le involucra el proceso únicamente a él, sino a todos los personajes que interactuan con mayor o menor medida con él.
Estamos en el punto en el que el espíritu que ocupaba un cuerpo ya se fue y ahora tiene un cometido: descansar y seguir aprendiendo y evolucionando.
Nuestro espíritu, nuestro relleno del cuerpo que usamos, tiene otro cometido: ayudar al que se ha ido, y seguir evolucionando, independientemente de que nuestra personalidad crea que no lo va a sueprar, que es demasiado, muy triste, que me siento víctima o culpable en esta situación.
Si nosotros priorizamos la evolución de ambos espíritus, el mío y el del que se ha ido, ambas partes podremos vivir la experiencia desde una zona de paz.
Hay una cosa que es súper importante que entendamos: la mente humana no sabe lo que es el amor, aunque nos convenza la personalidad de que si. Nosotros podemos conectar con el amor, pero quizás un 10 % de lo que realmente es el amor incondicional, que se siente cuando no hay el condicionante de la mente y del cuerpo.
Cuando el alma sale del cuerpo, como ya no tiene una mente que usa un cuerpo, conecta con quien realmente es: con un ser de luz de amor infinito. Fuera del cuerpo, la intensidad de amor que sentimos por los seres de luz que se han quedado aún dentro de este cuerpo, es brutal. Dentro del cuerpo yo te puedo querer pero te quiero con mi mente, que me convence de lo que es el amor auténtico. Cuando estoy fuera del cuerpo reconociendo el amor de espíritu que soy, el proceso natural es ir hacia la luz, pero conecto con los que se han quedado. Y ahí siento un amor mucho más intenso por ellos del que sentía dentro del cuerpo físico.
Escucho llorar, lamentos y veo que me echan muchísimo de menos. Siento la soledad de mis seres queridos y sus miedos de si estoy bien o no.
Qué puedo hacer entonces? quedarme para hacerte compañía, para asegurarme de que vas a estar bien.
Aunque fuera del cuerpo lo primero que vemos es luz, si el drama de los que se quedan es muy grande, no vamos a ver la luz aún estando allí y decidiremos quedarnos cerca de nuestros familiares.
Todo esto sucede porque no sabíamos muy bien lo que sucedía al dejar el cuerpo ni cuál es el papel del que se queda.
Dejemos las conductas egoistas concentrándonos sólo en nuestro propio dolor y colaboremos para favorecer la partida a la luz de los que amamos.
Cuando alguien se va, sentimos abandono, soledad, miedo a lo que va a suceder, culpa, victimismo, pero nosotros no somos los protagonistas. El protagonista, es el ser que se va, y nosotros por amor, nos tenemos que garantizar de que llegue a la luz.
Repasemos: no hagamos especial la edad del cuerpo lineal, ni las circunstancias. No importa si nos hemos ido a través de una infección , si hemos tenido un accidente de tráfico, o durmiendo en la cama. Nuestro ego nos va a decir que es injusto dejar el cuerpo con un accidente, que no hemos podido despedirnos, que no hemos podido salvar… pero prioricemos el respeto por el ser que se va, pues es su decisión (no la decisión de la mente, sino la del Ser).
Conectaremos con la tristeza, con la impotencia, con las expectativas no cumplidas, con el no poder controlar la vida ni la muerte.
Dejaremos nuestras emociones para un poco más adelante, y nos centraremos en ayudar en la medida que podamos, al Ser que se va.
Pediremos ayuda a guías espirituales y maestros para que nos inspiren en lo que más convenga.
Le diremos al ser que se está yendo o que se ha ido:
– gracias, gracias, por todo este tiempo que has estado conmigo: gracias por haber dedicado y compartido parte de tu vida a nuestra experiencia. No te preocupes de nada, todo está bien, yo voy a estar bien, todos vamos a estar bien. Tú aquí ya has hecho lo que tenías que hacer. Fíjate que ya no tienes cuerpo.
Tienes que irte a la luz, sigue evolucionando, y cuando puedas nos haces saber que estás bien. Nosotros te llevamos en el corazón.
Nosotros vamos a estar bien. Te bendecimos, bendecimos tu evolución, bendecimos tu proceso y te deseamos toda la paz que te mereces.
A tu derecha está tu guía, la luz, abrázala y sigue tu camino con nuestro amor. Te amamos. Respetamos tu decisión de irte.
Si tú necesitas decirle que te perdone por algo en concreto, díselo, de la misma manera que puedes decirle a él que se perdone, porque no lo ha sabido hacer mejor, pero que se vaya en paz.
Me remonto otra vez a la película Nuestro Hogar, es una película que está en YouTube, es un caso real que canalizó un gran medium que se llama Chico Xavier, y todas las películas de él son muy recomendables incluso una que se llama Las Madres, que está dedicada a las madres que han perdido a sus hijos.
Tenéis una película divertida reciente de Disney que es Soul, es la última película de Disney, y en la que se puede ver que las almas están en el espacio entre vidas preparándose para ir a la tierra.
Antes de hacer el duelo, si en toda esta experiencia tenemos niños cerca, tenemos sobrinos, tenemos hijos, hermanitos, niños que también están viviendo la experiencia de la pérdida, hay que darles el espacio para que se expresen y desahoguen pues en el futuro es motivo de bloqueos.
Escribí el cuento de Nebai y el cielo de los animales en el que la protagonista pierde a su mascota. Explicamos cómo puede despedirse de ese pony que tanto amaba y ayudarlo a ir a la luz. Los niños también merecen un espacio para sentirse útiles ante estas situaciones y sobretodo, que no les suponga un trauma o carga en el futuro.
Querida Marta, gracias por esta invaluable orientación.
Muchas gracias, hay manera de conseguir el cuento de Nebai y el cielo de los animales en Colombia?